Día 1: FEZ.

Salimos bien tempranito, para no pillar cola en la frontera y poder arreglar los papeles lo más rápido posible. En la aduana tienes que armarte de paciencia, si en la ventanilla de sellar pasaportes no hay nadie, no hay ni que impacientarse.

Hay que rellenar el típico papel, de donde vienes, a donde vas, etc, que se suele rellenar en los países árabes; mientras esperábamos nos liamos e insertamos la hoja esta en el pasaporte de otro, cuando el aduanero lo vio nos echó una buena bronca.

Y por fin ya estábamos en Marruecos, nuestro primer destino era FEZ, y llegar hasta allí nos costó prácticamente toda la mañana. El hotel era el Ibis Moussafir, que era el único que habíamos reservado previamente, estaba muy bien, recomendable totalmente por unos 40 € la doble, tenía hasta piscina que estaba superlimpia, con césped superbien cuidado; y situado al lado de la estación de trenes, lo cual ayuda mucho para poder localizarlo.

Una cosa graciosa, es que en el folleto del Ibis ponía parking, pero el parking es en la calle con un tío que los cuida, al que hay que pagarle la “tarifa oficial” de 1 MAD por día.

Habíamos leído que no había que pillar los guías por la calle, y nada mas llegar uno que nos pregunta y le dijimos que no; les comentamos a los del hotel que queríamos uno en español, nos dicen que en español ya no hay, que si queremos uno en francés y decidimos que sí, ya que no había otra cosa; así que lo llamaron a ver si nos entendíamos con él, y cual fue nuestra sorpresa cuando vimos entrar al que minutos antes nos había preguntado; eso sí, ahora con la chapita de guía oficial de turismo, que antes no llevaba. El hombre parecía bastante amable, así que con su poco español, nuestro poco francés y las señas, que son internacionales, nos entendimos muy bien.

El tour que ofrecían, valía unos 30 € (creemos recordar que le pagamos eso con propina incluida), y consistía en 1 hora en tu propio coche donde el te llevaba a los miradores de las afueras, y 3 horas de visita por la medina.


Así que al coche y de ruta, vimos un par de puertas de la ciudad con parada incluida, y luego fuimos a un taller de cerámica, donde por una vez, aunque fuera una visita trampa de estas para que compres, no nos sentimos estafados. Al llegar allí te daba la explicación un guía de la fabrica, pero estaba muy bien, desde lo típico de cómo se hacen las cosas con el torno, hasta el horno, el secado, el tallado del azulejo para esos mosaicos tan bonitos que tienen por todas partes; eso sí, acabas en la tienda, pero la explicación fue muy pero que muy completa.

Después al coche, para llegar a un parking y dejarlo allí, y en cuestión de segundos fue una de las cosas que más nos impactó en esta vida, entrar en la Medina fue como un viaje en el tiempo, como entrar en la edad media. Las sensaciones en aquellos momentos sin difíciles de describir.

Desde ver la cantidad de burros, que es el medio de transporte (además del humano) de la medina (porque un caballo en algunos sitios no cabría), hasta los callejones artesanales, las carnicerías con todo al aire. Lo mas espectacular es el mirador sobre los tintadores-curtidores, que según el viento que sople a veces no se puede estar porque el olor es nauseabundo, ya que para el que no lo sepa, se blanquea con excrementos de paloma; los que trabajan allí, están hasta la cintura impregnados cada uno con el color en el que están metidos, imaginar que curro.

Le preguntamos al guía para comer, y nos llevó a un sitio, él se espero a que nos trajeran la carta, nos preguntó si nos gustaba, y al decirle que sí, nos dijo que en 1 hora volvería; nosotros pensábamos que nos tocaba invitarle, pero se ve que al ser un guía oficial no.

Bueno pues pasada la hora volvió, para continuar con la visita. Dentro de la medina callejeamos con el guía mientras nos comentaba lo que íbamos viendo, en la visita también te llevan a una tienda de alfombras, vimos unos telares, la calle de los herreros, hasta una tienda de ropa donde nos disfrazaron y nos reímos un montón.

La ruta por la medina nos gustó mucho, a pesar de nuestra pinta de guiris, nadie nos molestó ni se dirigió a nosotros en ningún momento, supongo que al llevar él una chapita de guía oficial, no te molestan. Creo que para visitar la medina es imprescindible un guía, pues es totalmente laberíntica; nosotros en algunos momentos perdimos el sentido de la orientación por completo.

Y ya de nuevo al coche, para llevarnos a otro mirador, después vuelta al hotel, donde nos dejaba y cobraba sus servicios; la verdad es que quedamos contentos con él, ya que a pesar de no hablar español hizo lo posible para que le entendiéramos.

El día había sito intenso, así que tocaba chapuzón en la piscina (el agua estaba fría, fría) y luego como no una cervecita.

Por la noche fuimos a un espectáculo para guiris pero que estaba bastante bien, era la historia de la ciudad en pantallas de agua y sobre un muro de piedra, con toda la ciudad bajo, con sus minúsculas lucecitas. El espectáculo no estuvo mal, pero la panorámica fue espectacular.

Fuimos en taxi y concertamos la vuelta con el mismo taxista, y cuando salimos allí estaba para llevarnos de vuelta al hotel.

Al llegar al hotel no nos apetecía ir a dormir, así que pensamos en ir a dar una vuelta, para lo cual había que coger, o un taxi o nuestro coche; y después de haber ido en un taxi que parecía que se iba a desmontar, sin luces y con una manera de conducir que a nosotros nos parecía suicida, optamos por salir con nuestro todo terreno, donde íbamos a ir mucho más tranquilos.

Simplemente callejeamos en un barrio donde había bastante gente, hombres en los bares, tiendas abiertas, etc.

Y ya tras el paseito al hotel, el día había sido de lo más espectacular; posiblemente uno de los mas impactantes en nuestra vida, después de ver esa medina, las siguientes ya no nos sorprenderían en absoluto.

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