Ruta

Alfredo y yo llegamos a Melilla en avión, para iniciar desde allí, una ruta de 4 días por Marruecos, y allí se nos sumó Santi con su coche (un todo terreno claro).

Vimos las capitales imperiales excepto Marrakech, ya sabemos que algunos quizá pensarán que nos perdimos la mejor, pero desde Melilla hay un montón de kilómetros y decidimos dejarlo para otra vez; 4 días no dan para muchos kilómetros en Marruecos.

Su moneda es el Dirham marroquí, la equivalencia aproximada es 1 € = 10 MAD, se puede pagar en euros en casi todos los sitios, pero claro el cambio siempre nos es desfavorable. El dinero lo cambiamos en Melilla, en las “oficinas de cambio” que hay por diversos comercios.

Fechas: 17 a 21 de septiembre de 2003.

Ruta de viaje:
Día 1: Fez.
Día 2: Meknes.
Día 3: Rabat y Casablanca.
Día 4: Casablanca y Volubilis.
Día 5: Mont Arrui.

Día 1: FEZ.

Salimos bien tempranito, para no pillar cola en la frontera y poder arreglar los papeles lo más rápido posible. En la aduana tienes que armarte de paciencia, si en la ventanilla de sellar pasaportes no hay nadie, no hay ni que impacientarse.

Hay que rellenar el típico papel, de donde vienes, a donde vas, etc, que se suele rellenar en los países árabes; mientras esperábamos nos liamos e insertamos la hoja esta en el pasaporte de otro, cuando el aduanero lo vio nos echó una buena bronca.

Y por fin ya estábamos en Marruecos, nuestro primer destino era FEZ, y llegar hasta allí nos costó prácticamente toda la mañana. El hotel era el Ibis Moussafir, que era el único que habíamos reservado previamente, estaba muy bien, recomendable totalmente por unos 40 € la doble, tenía hasta piscina que estaba superlimpia, con césped superbien cuidado; y situado al lado de la estación de trenes, lo cual ayuda mucho para poder localizarlo.

Una cosa graciosa, es que en el folleto del Ibis ponía parking, pero el parking es en la calle con un tío que los cuida, al que hay que pagarle la “tarifa oficial” de 1 MAD por día.

Habíamos leído que no había que pillar los guías por la calle, y nada mas llegar uno que nos pregunta y le dijimos que no; les comentamos a los del hotel que queríamos uno en español, nos dicen que en español ya no hay, que si queremos uno en francés y decidimos que sí, ya que no había otra cosa; así que lo llamaron a ver si nos entendíamos con él, y cual fue nuestra sorpresa cuando vimos entrar al que minutos antes nos había preguntado; eso sí, ahora con la chapita de guía oficial de turismo, que antes no llevaba. El hombre parecía bastante amable, así que con su poco español, nuestro poco francés y las señas, que son internacionales, nos entendimos muy bien.

El tour que ofrecían, valía unos 30 € (creemos recordar que le pagamos eso con propina incluida), y consistía en 1 hora en tu propio coche donde el te llevaba a los miradores de las afueras, y 3 horas de visita por la medina.


Así que al coche y de ruta, vimos un par de puertas de la ciudad con parada incluida, y luego fuimos a un taller de cerámica, donde por una vez, aunque fuera una visita trampa de estas para que compres, no nos sentimos estafados. Al llegar allí te daba la explicación un guía de la fabrica, pero estaba muy bien, desde lo típico de cómo se hacen las cosas con el torno, hasta el horno, el secado, el tallado del azulejo para esos mosaicos tan bonitos que tienen por todas partes; eso sí, acabas en la tienda, pero la explicación fue muy pero que muy completa.

Después al coche, para llegar a un parking y dejarlo allí, y en cuestión de segundos fue una de las cosas que más nos impactó en esta vida, entrar en la Medina fue como un viaje en el tiempo, como entrar en la edad media. Las sensaciones en aquellos momentos sin difíciles de describir.

Desde ver la cantidad de burros, que es el medio de transporte (además del humano) de la medina (porque un caballo en algunos sitios no cabría), hasta los callejones artesanales, las carnicerías con todo al aire. Lo mas espectacular es el mirador sobre los tintadores-curtidores, que según el viento que sople a veces no se puede estar porque el olor es nauseabundo, ya que para el que no lo sepa, se blanquea con excrementos de paloma; los que trabajan allí, están hasta la cintura impregnados cada uno con el color en el que están metidos, imaginar que curro.

Le preguntamos al guía para comer, y nos llevó a un sitio, él se espero a que nos trajeran la carta, nos preguntó si nos gustaba, y al decirle que sí, nos dijo que en 1 hora volvería; nosotros pensábamos que nos tocaba invitarle, pero se ve que al ser un guía oficial no.

Bueno pues pasada la hora volvió, para continuar con la visita. Dentro de la medina callejeamos con el guía mientras nos comentaba lo que íbamos viendo, en la visita también te llevan a una tienda de alfombras, vimos unos telares, la calle de los herreros, hasta una tienda de ropa donde nos disfrazaron y nos reímos un montón.

La ruta por la medina nos gustó mucho, a pesar de nuestra pinta de guiris, nadie nos molestó ni se dirigió a nosotros en ningún momento, supongo que al llevar él una chapita de guía oficial, no te molestan. Creo que para visitar la medina es imprescindible un guía, pues es totalmente laberíntica; nosotros en algunos momentos perdimos el sentido de la orientación por completo.

Y ya de nuevo al coche, para llevarnos a otro mirador, después vuelta al hotel, donde nos dejaba y cobraba sus servicios; la verdad es que quedamos contentos con él, ya que a pesar de no hablar español hizo lo posible para que le entendiéramos.

El día había sito intenso, así que tocaba chapuzón en la piscina (el agua estaba fría, fría) y luego como no una cervecita.

Por la noche fuimos a un espectáculo para guiris pero que estaba bastante bien, era la historia de la ciudad en pantallas de agua y sobre un muro de piedra, con toda la ciudad bajo, con sus minúsculas lucecitas. El espectáculo no estuvo mal, pero la panorámica fue espectacular.

Fuimos en taxi y concertamos la vuelta con el mismo taxista, y cuando salimos allí estaba para llevarnos de vuelta al hotel.

Al llegar al hotel no nos apetecía ir a dormir, así que pensamos en ir a dar una vuelta, para lo cual había que coger, o un taxi o nuestro coche; y después de haber ido en un taxi que parecía que se iba a desmontar, sin luces y con una manera de conducir que a nosotros nos parecía suicida, optamos por salir con nuestro todo terreno, donde íbamos a ir mucho más tranquilos.

Simplemente callejeamos en un barrio donde había bastante gente, hombres en los bares, tiendas abiertas, etc.

Y ya tras el paseito al hotel, el día había sido de lo más espectacular; posiblemente uno de los mas impactantes en nuestra vida, después de ver esa medina, las siguientes ya no nos sorprenderían en absoluto.

Día 2: MEKNES.

Otra de las capitales imperiales, muy bonita pero después de lo visto ayer, esta ya no nos podía impactar tanto.

Lo primero que hicimos al llegar a la ciudad fue buscar hotel, fuimos directamente al Ibis, lo habíamos mirado en internet y no salía disponibilidad pero fuimos a preguntarlo por si acaso, pero tampoco tenían nada; como pudimos, chapurreando en francés le dijimos a la chica de recepción que nos aconsejara otro de similares características y nos indicó uno que fue el que reservamos, no recordamos como se llamaba, pero era un 3 estrellas bastante correcto. El sistema del parking funcionaba igual que ayer, un tio en la calle que los cuida, y al que también le pagamos 1 MAD.

Al registrarnos en el hotel pedimos un guía para la ciudad, así que tras dejar las cosas e instalarnos, bajamos a recepción a esperar nuestro guía, que era una chica y sí que hablaba español, pero desde el primer momento vimos que a pesar del idioma preferíamos al de ayer, era lo que nosotros llamamos “un poco lista”, explicaba con desgana y cada vez que había que dar propia a alguien siempre nos lo recordaba, vamos como si no quisiera quedar mal por allá donde íbamos.


Vimos un par de puertas de la ciudad, unos monumentales graneros, unas cuadras enormes donde se criaban cerca de 500 caballos pura sangre, y luego callejeamos por la medina, que nada tenía que ver con la de Fez, esta podríamos decir que es muy moderna, y finalmente vimos el mercado, que era donde acababa la ruta. A esta guía no le dimos ni propina ni nada, porque además se paso la última media hora mirando el reloj descaradamente.

Como aún nos quedaba toda la tarde y ya habíamos visto más o menos la ciudad, decidimos ir a un par de sitios que estaban fuera de la ciudad.

Primero buscamos un cedro milenario donde en sus alrededores hay gran cantidad de monos, lo más divertido fue cuando Santi le pregunto a un policía donde estaba el dichoso árbol, para lo cual hizo una de sus escenificaciones; mientras el hablaba con el policía nosotros estábamos en el coche muertos de risa.

Finalmente encontramos el cedro, que el pobre estaba en bastante malas condiciones y estuvimos tirando comida a los monos mientras observábamos quien era el jefe y esas cosas del mundo animal. Cerca de los monos hay varios puestos en los que venden principalmente juegos de ajedrez y otras figuritas muy bonitas de una piedra que hay en bastantes colores; y allí que se entretuvo Santi un rato regateando, lo mejor es que en realidad no queríamos llevarnos nada.

Y finalmente fuimos a IFRANE, que es conocida como la pequeña Suiza, y es que aquí nieva y sus casas hasta son del tipo de las centroeuropeas (salvando las diferencias claro), dimos un paseito y el ambiente era bastante fresquito.

Día 3: RABAT Y CASABLANCA.

Hoy nuestro destino era Casablanca, pero como de camino se encuentra RABAT, aprovechamos para hacer una pequeña visita.

En Rabat tan solo visitamos el Mausoleo de Mohamed V (creo que abuelo del actual rey), dicho mausoleo como uno se puede imaginar es de mármol a todo lujo, se encuentra en una gran explanada y el mármol blanco bajo ese sol tan intenso reluce enormemente.


Apenas nos habíamos acercado a la puerta, ya teníamos “un guía” ofreciendo sus servicios, aceptamos, ni sabemos porque, en la explanada hay un montón de columnas (de mármol claro) y una torre tipo La Giralda, aunque inacabada y medio en ruinas.

El mausoleo está custodiado por unos guardias, ataviados de gala por supuesto; se accede al interior y uno se encuentra como una especie de balconada y bajo están las tumbas, la central es la de Mohamed V y está rodeado de otros familiares; allí bajo hay un musulmán recitando el Corán.

Tras esta pequeña visita, que nos servía también, para descansar un poco de la carretera, cogimos rumbo a CASABLANCA.

Fuimos directamente al Ibis nuevamente, por dos motivos principalmente, uno porque el de Fez nos gustó mucho, y otro porque todos estaban cerca de las estaciones de trenes, lo cual facilitaba bastante su localización con las señales y si había que preguntar.

Tras llegar y aparcar, primer numerito, el “vigilante del parking” (que era la calle por supuesto) nos dice que la tarifa son 8 MAD (recordar que en los otros pagamos 1). El hombre decía que allí la tarifa eran 8 MAD, y Santi que si en los otros habíamos pagado 1 MAD, allí no tenía porque ser diferente; al final fuimos a recepción y tras mucho discutir “fijamos” la tarifa en 2 MAD.

Bueno y tras esta llegada tan triunfal, nos instalamos en el hotel, que también estaba muy bien pero no tenía piscina; el precio era similar al Ibis de Fez.

Tras una pequeña siesta salimos primero a dar un paseito por la medina, y después a ver lo que era el motivo de nuestra visita a Casablanca, la Gran Mezquita de Hassan II (padre del actual rey). Por la tarde solo la pudimos ver por fuera, ya que estaba cerrada.

Esta mezquita es impresionante, su sala de oraciones puede acoger a 25.000 personas y en su explanada tienen cabida 80.000 personas; el edificio tiene puertas de titanio y latón, de apertura electrónica claro, 76 pilares sostienen su gigantesco techo de madera de cedro pintado, que puede abrirse.


Día 4: CASABLANCA Y VOLUBILIS.

Esta mañana tocaba la visita guiada a la mezquita de Hassan II, la tarde anterior ya habíamos visto los horarios, así que un rato antes de que fuera la hora ya estábamos allí. Como hasta ahora ningún día habíamos tenido ninguna historia porque yo llevara pantalón corto, ni pensamos en ello, pero tras comprar las entradas e ir a la puerta a preguntar si era allí, nos dijeron que con esos pantalones no se podía entrar, así que hubo que ir casi a la carrera al coche para coger el trozo de pantalón (eran desmontables) que faltaba.

Y ya con la hora justa y yo con mis pantalones largos pudimos entrar (los chicos pueden ir en pantalón corto); había que descalzarse y en la entrada tenían el detalle de darte una bolsa de plástico, así por lo menos no ibas con los zapatos en la mano.

La visita fue bastante divertida, porque coincidimos con el grupo de un circuito, y ya sabéis que en casi todos los grupos hay algún torpe que tira cualquier cosa y hace las preguntas mas tontas.

El interior de la mezquita es imponente, sobre todos sus dimensiones; en el sótano tienen la sala de abluciones, a todo lujo también.


Y tras la visita empezamos a retomar nuestro camino de regreso hacia Melilla tranquilamente.

Después de comer fuimos a las ruinas de Volúbilis, había una rutilla que tenía muy buena pinta, pero hacia tal calor que cuando llegamos y vimos las primeras ruinas, echamos unas fotos y decidimos irnos a refugiarnos en el aire acondicionado del coche.


Y ya rumbo a Fez, donde volvimos a pasar noche en el Ibis; tras refrescarnos un poco en la piscina, fuimos a un restaurante que nos recomendaron en el hotel y que nos gustó bastante. El día fue bastante pesado, durante todo el día la temperatura fue de unos 40º C, y por la tarde apenas bajo.

En la entrada del restaurante hubo otra escena divertida, ya que en la puerta nos encontramos a un tio que decía que era el guardia de seguridad del restaurante, el individuo se ponía bastante en el papel ya que iba con traje; como os podréis imaginar lo que quería era cobrar algo, pero … no se imaginaba que a Santi no se la iba a pegar (a nosotros nos la hubiera pegado por completo). Así que no le dimos nada y entramos tranquilamente.

Día 5: MONTE ARRUI.


Último día de viaje y como no había prisa, tuvimos tiempo de contemplar tranquilamente todo lo que desde la carretera se puede observar.

Pero otro de los sitios impactantes del viaje llegó al acercarnos a Melilla (estábamos a unos 30 kilómetros), Santi recordó que hoy era día de mercado. Dicho mercado tiene lugar en lo que fue una fortaleza donde los árabes degollaron a 1.500 españoles. Bueno sigamos, a Santi se le ocurrió que para nosotros dos podía ser curioso, y vaya si lo fue.

Nada mas entrar nos percatamos de que mis pantalones cortos aquí si llamaban la atención y miraban bastante (no es que miraran mal, pero les chocaba), y como era yo la que llevaba la cámara vimos que había que cambiar de estrategia para poder hacer fotos sin que se dieran cuenta; así que Alfredo iba por delante haciendo fotos, y Santi y yo más hacia atrás. Es normal que les llamará la atención una mujer con pantalones cortos, porque aquí turismo, como que no ven mucho.

Te puedes encontrar cualquier cosa que aquí vemos inútil, puedes encontrar montones de gafas, montones de dentaduras postizas. Evidentemente se venden animales vivos. Y existe un brujo, al que la gente va a pedirle sus sortilegios.

Y encontramos un pequeño espectáculo de un tío con sus serpientes, menudos bichos, allí sin cristal ni nada, no era un zoo era la vida real; Santi le dio unas moneditas y así nos dejó hacer todas las fotos que quisimos.


La despedida de Marruecos fue genial, porque ver estos mercados, que imagino en España en algún tiempo habrían, hoy es imposible; pero en otros lugares del mundo existen.

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